jueves, 22 de marzo de 2012


A veces pienso en ello. En las gotas que caen al suelo, lentamente. En el sonido de la música y lo lento que pasa el tiempo, si no estás aquí.
Decías que mis ojos lo reflejaban todo, que podías leerme a través de ellos. ¿Qué te dicen esta vez? No sé ya como expresar lo mucho que te echo en falta, que los días se hacen siglos, que nada tiene sentido sin tu presencia. Y es que no importa lo mucho que me esfuerce, siempre estás en mi cabeza. Debo cuidarme bien de no mirar ciertas imágenes, abstenerme de escuchar ciertas canciones, si es que no quiero ver esas gotas caer en el suelo... La espera, siempre, se hace eterna.

martes, 28 de febrero de 2012


Te encantaba jugar con él. Arriba, abajo, al lado, al otro lado...¡Lo cojo! Lo dejo, mañana más, me voy a dormir. Eras tan egoísta. Dejabas que cayesen sus lágrimas, que la soledad le engullese, te daba igual. Aunque siempre decías lo contrario. Es curioso cómo las personas pueden decir algo que no piensan ni sienten. Fue una de tus palabras preferidas, la hipocresía. ¿Recuerdas? Las personas que decían que algo estaba mal pero lo hacían, las personas que hacían parecer algo que realmente no era así... Se te llenaba la boca cuando hablabas del tema. Pero ahora no. Ahora ya no. Porque te enviaron lejos, lejos de todo aquello que podías hacer. Ahora te quejas. Gimes entre susurros que nada es lo mismo, que el invierno se siente cerca de aquello con lo que te encantaba jugar. Quizá es que perdiste el derecho de acercarte y por eso, tanto frío sientes, porque al lado de él, siempre hace calor. Perdiste el derecho de tenerlo en tus manos... Perdiste la confianza de que te lo diesen. Hiciste aquello que odias tanto...

Perder.

jueves, 16 de febrero de 2012



Siento su respiración en mi nuca. El corazón me palpita lentamente y una música suena en mis oídos. Es esa guitarra. Noto las cuerdas, noto cómo los dedos rozan las cuerdas y suena esa hermosa melodía que no puedo olvidar. Sus manos me rodean y me hacen sentir pequeña, muy pequeña. Suena el despertador, es tarde, me visto rápido, corro hacia la puerta, sonrío a la chica que se sienta en nuestro sillón negro y cogiendo las llaves me voy. Llego a clase, sonrío a los presentes y escucho lo que me puede o no interesar que dice la profesora. Me quito la bufanda, la pierdo. Charlamos en el descanso, más sonrisas y algún suspiro de cansancio. Volvemos a la clase, café en mano y escuchando más palabras, vacías o no, que se juntan. Hacemos alguna actividad, aprendemos. Es la hora, voy a casa. Reparto besos y hasta luego, camino hasta casa, pensando que no hay muchos deberes que hacer. Cojo el ascensor, no hay nadie, no hay correo, tercero, bajo. Abro la puerta, huele a comida. En la cocina están ellos, riendo, discutiendo. Dejo las cosas en mi cuarto, abro la ventana y cierro la puerta. Voy a la cocina, saco algunas cosas de la nevera y otras del cajón. Huele bien. Sonrío y hablo un rato mientras cocino. Lo llevo todo al comedor, enciendo el ordenador, acomodo el sitio. Bajo la persiana, maldito reflejo. Me siento y como, miro el facebook, la web de la universidad, las diferentes redes sociales, youtube, una serie o una película. Llevo los platos a la cocina, los lavo en el momento, o no. Vuelvo al ordenador, ¿me siento cansada? A la cama. Duermo dos o tres horas y algo de deberes. Llamo a mamá, deportivas y a la calle. Le cuento mi día, mis pensamientos, lo que pasa. La escucho, hablamos de él y de los demás. Llego a casa de nuevo, cuelgo. Me quito la ropa, voy a la ducha, me enjabono y me enjuago. Hace frío. Voy a la habitación, me pongo el pijama y me preparo para jugar al LOL. Juego una o dos partidas, ya va siendo la hora de cenar. Se despierta. Sonrío. Le contesto, y hablamos cosas sin importancia. Juego más, se hace tarde y voy a la cocina. Hago la cena y como delante del ordenador, siguiendo lo que hice al mediodía. Acabo y vuelvo a hacer unas partidas, hablando siempre con ellos. Risas y risas. Algún que otro pique, y mientras, dibujo algún corazón. Son las doce, buenas noches. Le llamo. Voy a la habitación y dejo el ordenador sobre la silla. La acerco a la cama y me meto en la cama. Hablamos unos minutos, a veces se hacen horas. Discutimos. Decimos tonterías y alguna cursilada. Se me cierra los ojos, un último te quiero, dormida. Y siento sus pies en mis pies. Su aliento en mi nuca. El corazón me vuelve a palpitar lentamente y una música suena en mis oídos. Es esa guitarra. Noto las cuerdas, noto cómo los dedos rozan las cuerdas y suena esa hermosa melodía que no puedo olvidar. Sus manos me rodean y me hacen sentir pequeña, muy pequeña. Y de repente, vuelve a sonar el despertador. Buenos días.

jueves, 12 de enero de 2012

Y yo..

Perdiéndomelo todo. Y tú te pierdes mi vida. Han pasado tantas cosas que no me queda aire cuando trato sólo de pensarlo. Es que todo se rompe, con estas tonterías de tú allí y yo aquí, sabiéndo los dos que nos echamos de menos, porque lo hacemos. Porque tus brazos, tus tonterías, mis caras, mis locuras, tus sonrisas, tus bailes y mis caricias, lo echo todo de menos. Y sé que siempre que escribo, no sabes que lo hago por tí, porque crees que no pienso nada en tí y no sabes que te menciono siempre que puedo, porque si digo tu nombre, suena más real.

Te quiero.

Eras un soplo de aire fresco después de meses encerrada en una habitación sin ventanas. Sonrisas, cosas nuevas, ideas, sueños. Risas y más risas. Ideales que admirava, una actitud arrolladora que destrozaba a ratos mi tristeza más profunda, una mano que me ayudaba a salir del pozo. Eso fuiste. Y explícame. ¿Cómo cambiaste tanto? ¿Qué pasó? Te marchitaste. Te convertiste en algo peor de lo que veía en ella. Dejaste aquellos ideales, los principios bajo tierra tras excusas tontas. Tú, la preciosa tú. No sabes la decepción que me llevé contigo, no sólo por ti. No sabes cuánto me costó no entregarme a alguien, ser tan diferente. La culpa fue mía, por eso ahora te odio. Te odio porque nunca viste lo mejor de mi y yo no volví a ver lo que me encantó de ti.

Ella.

Perder cosas que nunca apreciaste hace que, normalmente, las revalorices. Tú me perdiste y perseguiste. No te puedes imaginar la de veces que he deseado que mi corazón entonces no se parase, que no dejase de latir por ti. Te he querido tanto, tantísimo. El deseo siguió durante meses y aun me pregunto si algun día llegase a desatar el deseo, si te besase con el fuego que sentía a tu lado, si todo se volvería a encender. ¿Volverían mis fuegos artificiales? ¿Y qué pasaría con los tuyos? A veces temo seguir enganchada a ti y que tu hayas perdido todo lo que quedaba...

domingo, 11 de diciembre de 2011


- ¿Qué ocurre ahora? - la mirada perdida de Ann era increíble. Se olía el vacío.
- ¿Eh? ¿Qué? - Estaba en otro lugar.
- Digo que qué te pasa ahora, a ti, que siempre te pasa algo - suspiró.
- Me pasa el tiempo, Amber, el tiempo. Cada segundo, cada minuto...eso me pasa - se apoyó sobre su mano izquierda y entrecerró los ojos.
- Es agobiante - la miró, desquiciada.
- ¿El qué? - giró la cabeza levemente hacia ella.
- Tú, tú y tu eterna situación de desamparo. Tu eterna situación en que lo problemas realmente no existen pero te los inventas para poder ser víctima de tu propia vida una y otra vez - la miró desganada y suspiró - ¿No te das cuenta de lo fácil que es tu vida? Hay personas que no llegan a fin de mes, que tienen que cuidar de un familiar enfermo o que ellos mismos están enfermos. Personas que mueren de hambre, personas que viven la cruda crueldad del mundo. Y tú, mírate. Ahí sentada, suspirando y quedándote pasmada ante dos chorradas del universo. ¡Ante nada Ann, nada! - gritó histérica - ¡Eres una inmadura! ¡No ves más allá de ti misma! ¡Egoísta! - Ann suspiró - No tienes remedio.
- Gracias - se levantó y se fue hasta su habitación, encendió la cadena de música y bajó el tono - Y así empezamos la tarde. ¿Cómo le explicas a alguien que sabes todo eso, que la tristeza sigue invadiéndote sin sentido ni motivo y encima te empujan más abajo...cómo? - cerró los ojos para escuchar aquel violín.

sábado, 26 de noviembre de 2011


Se arropaba con la manta, avergonzada.
- ¿Y ahora qué? ¿Qué hago estando siempre en esta situación? ¿Qué me pasa? - suspiró.
- Pues como siempre, echar adelante. Sabes que no es para tanto.
- Bueno, eso crees tu, pero es que es a la mínima. Pasa alguna tontería y ya necesito algo, ya necesito gritar, insultar, pegarle a algo. Me entra una ira inexplicable y necesito vomitar idioteces que sé que hacen daño.
- Pues lo explicas, lo explicas todo y ya - dio un sorbo al café con leche.
- ¿Y si no puedo? ¿Y si no sé? - se cogió la frente con la mano izquierda, agotada.
- ¿Y si lo intentas? - sonrío.
- Tengo miedo, ira pero sobretodo me invade la soledad, está en cada rincón. Adoro algunos momentos en los que me siento menos sola, pero... de normal, esa sensación de soledad y miedo, no para de estar ahí.
- No estás sola. Estoy contigo. Y hay más gente contigo, lo sabes.
- Pero mi corazón, no lo siente así... - bajó la mirada y se hundió entre las mantas.

domingo, 9 de octubre de 2011


Sentada en la cama, recién levantada. Laura se miraba los pies. La luz los iluminaba levemente y no se veían claros. Llevaba una semana dando tumbos en la realidad, de arriba a abajo. Vivía las emociones intensamente, y desde luego, cuando le tocaba bajar en picado, no era demasiado agradable.

- Mhwaaa... - bostezó - Buenos días Laura.
- Eh..Buenos días Lisa, buenos días - realmente pensaba en si aquel sería un buen día o si sería como los demás, teñidos de aquella intensidad en la que daba tumbos.
- ¿Quieres cereales? - sonrió levemente.
- ¿No tienes miedo, Lisa? - se le perdió la mirada en aquel bol de leche.
- ¿Eh... A qué...? - la miró desconcertada.
- A la inseguridad de las cosas, del mundo, del país, de ti misma, de esos cereales... - se frotó la nariz, sabía que estaba cayendo en el abismo contínuo en el que caía casi a diario.
- Pues...bueno, un poco sí pero...supongo que es normal tener ese miedo, pero también puedes estar segura de algunas cosas, por eso existe la rutina, ¿no? - notaba aquel aire siniestro y trataba de amainarlo.
- ¿Y si eso no le pasa a todo el mundo? ¿Y si hay personas que viven sin esa rutina...? ¿Sin seguridad, cómo viven con tanto miedo, Lisa? - se encogió de hombros.
- Con el tiempo aprendes que aunque tú no tengas un orden,o un desorden, el tiempo sí. El tiempo pone las cosas en su sitio, va cambiándolas de lugar y bueno... éste ayuda a que olvides la inseguridad, aunque volverá, porque es quién regula todo y esas cosas siempre están ahí, más o menos vivas. Tranquila, se te pasará.
- La verdad es que es horrible pensar que el máximo consuelo que me puedes dar es que aguante y que se pasará, ¿sabes? Pero sinceramente, es lo que hay. - sonrió levemente, decaída - Pásame los cereales.
- Hoy podríamos ver una película, sé que te encanta evadirte, metiéndote en vidas ajenas - le pasó los cereales - ¿te parece?
- Y compremos dulces, que como tu dices, el tiempo los quitará de las caderas, o quizá los deja ahí - rió, más animada.
- Dalo por hecho - sonrío, y se comió los cereales, mirando de vez en cuando a Laura, preocupada, pensando qué era lo que siempre rondaba aquella mente tan desconocida.

lunes, 26 de septiembre de 2011


Corrí hasta el baño, abri el grifo y tomé agua con las dos manos. Me eché el agua en la cara, algunas gotas cayeron hasta mi ropa y en el pelo. Suspiré y me miré al espejo, aguantándome en los bordes del lavabo. Me miré intensamente. A mí. Pensé en cómo debían sentirse las personas cuando se veían en el espejo. Cuando trataban de posar para gustarse. Pensé en el sentido que tiene un espejo. Pensé en cómo nos veían los demás el resto del día, cuando llevas el pelo deshecho o tienes algo en la cara.
Suspiré de nuevo y cogí una toalla. Me sequé la cara y me cepillé el pelo. Volví a observarme, como si mirase a una extraña. Salí del baño y sonreí. Le hice una broma sin gracia a la primera persona sentada en la mesa. Me eché un mechón de pelo por detrás de la oreja y seguidamente le sonreí a la chica que se sentaba a mi lado. Hablé fingiendo entusiasmo de temas que nunca me interesaron. Y pensé en aquello que pensaba muchas veces. Cerré los ojos por un instante.

- ¿Te pasa algo, Lisa?
Me estremecí. Abrí los ojos rápidamente y sonreí.
- Sólo estoy un poco cansada - ella me devolvió la sonrisa. Realmente estaba muy cansada. De fingir.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Un lugar con tanto espacio, tan grande y luminoso. Te levantas y hay dos grandes ventanas que te hacen llenarte los pulmones de aire cuando te asomas. Las dejas siempre que puedes, abiertas, porque te dan libertad, aunque también frío.
Te bañas, con agua muy caliente, casi quema. Te hundes en el agua y piensas. Pasan los segundos y vuelves a la superfície. Mueves los pies y cae aquello que parece una medusa. Piensas en la película que viste no hace mucho. Recuerdas tu cama, el sol, tus padres... Vuelves a sumergirte y empiezas a enjabonarte el cabello. Te lavas con agua fría, para contrarestar. Hace unos días que estás escuchando la música de un viejo juego. Suena siempre un o dos pianos, no sabes decirlo, porque aunque la escuchas, no sabes cómo van los pianos. Sales y hace frío, pero estás bien. Vuelves a ese enorme salón, vacío. Y te sumerges entre letras, para que el tiempo no pase tan lento. Te pasas el día pensando en cosas neutras. Piensas en el color de tus días, gris. No estás deprimida, ni contenta. No le encuentras la gracia a las cosas que hace unas semanas sí la tenían. Y supones que es uno de esos tiempos con viento nuevo, del frío, que te hiela la cabeza y deshace las cosas viejas. Supongo que nunca dejamos de madurar, pase lo que pase. Pero cada vez que sufres el proceso, es más interesante y diferente que el anterior.

lunes, 12 de septiembre de 2011


Nunca pensé que me fueran esas cosas. O quizá sí lo sabía y no quería reconocerlo. Vivo en una pecera, dónde sólo hay cuatro castillos y dos peces más. Cada tres segundos me aferro a un pez, o a un castillo. Es lo que dura mi memoria. Mi cerebro me engaña contínuamente, de este modo, nunca sé que pienso o qué quiero. Soy consciente de que no hay un ciclo, pero me doy cuenta que el intervalo entre los primeros tres segundos y los segundos tres segundos, no enganchan bien. Esa memoria, de un segundo, no sé que pasa con ella. A veces se almacena y luego los segundos de memoria se mezclan y oigo un sonido raro en mi cabeza. Como interferencias. Es raro, porque al fin y al cabo, no soy un robot, soy un pez.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Nunca me ha gustado leer. Será porque mis padres se empeñaban en castigarme a leer, y normalmente leo cuando no tengo nada mejor que hacer. Esta semana ha sido sumamente extraña. Me sentí como Alice, cuando vivía su vida con Jake. Era como si todo me pasara pero nada me tocara. Así estoy viviendo yo esta semana. Soy consciente de que esta misma semana, oficialmente, me voy. Me voy otra vez allí, lejos de esto. Que se acaban estas, increibles, vacaciones y empiezan los cambios y todos esos planes que la gente planea en año nuevo y yo hago en septiembre. Es como cuando fui a acuarama y me dijeron que subiese a aquella atracción, que en otro momento, ni me hubiese pasado por la cabeza subir. Esa que es alta y te entra vértigo sólo de verlo desde abajo. Ese sentimiento de que sabes que aunque te subas, la adrenalina te correrá lenta por las venas. Como que no vives las cosas que te pasan. Eso es lo que pasa. Y ahora tengo que volver a romper esa vida, ya a trozos, y meterla en mi maleta. Pero sin vivirla a pleno pulmón, me cuesta mucho más.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Cuando Adam desapareció de mi vista, me quedé mirando a la gente que pasaba por la calle, gente que iba con prisas a algún sitio, y gente que se entretenía mirando los escaparates. ¿Cómo podían vivir sin la pasión que sentía yo? ¿Cómo podían pensar que era importante ir a trabajar, organizar las vacaciones o comprar algo cuando lo único que importaba en la vida era aquello, lo que yo sentía?



miércoles, 31 de agosto de 2011


- No era consciente, dios claro que no era consciente. A veces se me nubla la vista, derrepente, por que sí, de pensamientos negativos. Y es estúpido, es estúpido porque son cosas que ya he aprendido. Creí que, durante un tiempo, me oscurecí y pasé a una capa más...la llamaremos sucia. No me sentía cómoda de esta manera, no era feliz. Había algo que no funcionaba, y como viene ya de por sí en los humanos, eché la culpa a los demás. Creé miles de problemas a las personas que más cerca tenía. Y un día me desperté, sin más culpas que echar. Me miré al espejo y me pregunté mil y una veces qué pasaba. Qué estaba ocurriendo. Y se me olvidó que era de plastelina. Se me olvidó cómo moldearme y me hundí en un mar de lágrimas. Cualquier fallo que me viese me echaba más abajo, intentaba no pensar en ello, en los fallos, pero no dejaban de intentar salir. Necesitaba vomitar. Una noche me ayudó a hacer un batido de todo lo que pasa en el mundo, de la suerte y la desgracia de vivir. De todo lo que tenemos y de lo que carecemos. Y... Simplemente me volvieron las ganas de todo. Qué rara soy, ¿verdad?
- No lo sabes tú bien, que soy yo quién te aguanta - reí observándola asustada, aunque sonriente. - pero bueno. Ahora tienes ganas de todo, ¿no?
- Sí - me abrazó - Algun día se me olvidará cómo recordarte que me gusta como eres.
- Sólo espero no vivir para entonces...




miércoles, 24 de agosto de 2011


Allà estava. Al teu costat, tremolosa. Escoltant aquella cançò, al mp3, una i altra vegada. Pensava que tots dormien, incloent tú. El meu cor bategava rapid, molt, massa. Tenia por, moltíssima. Però no vaig poder evitar-ho. Ja ho sabies i no podia parar lo que en el meu cor feia temps que explotava. I et vaig besar. Intens i fugaç. Sé que et vares quedar de pedra, ho sé. Però jo, havia de fer-ho, ho vaig fer.














Hay veces que pienso en mi pasado. En las cosas que me han hecho ser como soy, y en aquellos incansables "¿Y si...?". Hoy por hoy, y gracias a las palabras de algunas personas, creo que no me arrepiento de nada de lo que he hecho, porque si así fuese, no estaría hoy donde estoy, no sería como soy y no me sentiría como me siento. A veces me gusta leer frases tristes, volver al pasado y hundirme en la amargura que llenó algunos de mis días. No sé por qué encuentro un disfrute en esos momentos, es como si... como si hubiese ganado con ello. Como si cada sufrimiento que vives día a día, es un trofeo que consigues. Porque puedes contarlo, puedes recordar que tú, a aquello, sobreviviste. Y ahora eres mil veces más fuerte que todo eso.

martes, 23 de agosto de 2011



Sentimientos. Digamos que el sentir, se siente diferente. Cada uno siente las cosas de una manera distinta. Evidentemente muchas cosas influyen, el lugar donde vivimos o nuestros padres, pero..¿cómo aprendemos a sentir? ¿Cómo sabemos que algo es un sentimiento? Creo que no dejamos nunca de aprender a sentir, que cada vez definimos más cómo sentimos. ¿Se nace con una sensibilidad o se hace? ¿se entrena y practica? Quizá la capacidad de sentir, como la vida o el movimiento, es algo continuo que no deja de estar ahí, evolucionando y creciendo siempre. Pero lo que no llego a entender es por qué, ciertos sentimientos que son parecidos, porque somos capaces de reconocerlos en nostros mismos cuando los vemos en alguien, se sienten diferente. El amor, por ejemplo, hay personas que se les acelera el corazón, otras les sudan las manos, otras simplemente sienten que se pasarían el día con alguien, así, infinitas maneras de sentir un sentimiento, un sentimiento que todos estariamos de acuerdo que es el mismo, ¿no?
¿Por qué a mi cuando me duelen las manos es que alguien a quién quiero mucho me hace daño? Es un dolor intenso, que las adormece. Quizá otra persona siente un pinchazo en el corazón, o se le revuelve el estómago. O quizá cada vez que nos hacen daño sentimos de una manera distinta, y es nuestra conciencia la que sabe catalogar el sentimiento. ¿Cómo lo hace? ¿Pura intuición? ¿Y desde dónde se controla eso? Sólo son suposiciones de un funcionamiento. Al fin y al cabo, no se sabe demasiado de nuestro cerebro...

domingo, 21 de agosto de 2011


Quizá soy yo y es que cada vez el mundo es menos intenso. Los años pasan y las atracciones ya no te sientan como antes. Tantos analgesicos y demasiado termalgin. A saber. Si os fijáis, mis textos son siempre así, como mi cabeza, en el aire. Siempre son quizás, siempre suposiciones. En cambio mis palabras no suelen ser esas. Hablo siempre con bastante seguridad, aunque dentro no haya más que quizá. Diría que el fijir es algo que va en todas las personas, unas finjen más que otras, pero quienes mejores finjen, son quienes se creen sus propias mentiras. Estas personas lo pasan muy mal, o eso creo. No debe ser fácil ni divertido, o sí, inventarme cada día algo surrealista. Vivir en sueños. Lo malo es que la realidad choca constantemente contra ti mismo y no te deja que te creas esas mentiras. La cosa es que en el mundo hay muchos mentirosos, y creemos que sólo son mentiras cuando nos las cuentan a nosotros. Si somos nosotros quienes las decimos, carecen de importancia, son piadosas o yo qué sé. Se nos da tan bien echar la culpa al primero que pasa... A mí me cuesta aceptar mi culpa, pero de vez en cuando la acepto. Lo peor es que espero que me hagan fiestas, como si fuese todo un logro. Y somos tan cambiantes...El tiempo pasa, es tarde. Buenas noches.

martes, 16 de agosto de 2011


Han pasado tantas cosas este año, que realmente nadie sería capaz de entender demasiadas cosas si no lo hubiese vivido conmigo. Viví más cambios que nunca y aprendí que la persona es como la plastelina, siempre moldeable. Que no me conozco ni me conoceré y que cuando crea que estoy más perdida, tengo que creer en mi misma, pues siempre me acabaré reconduciendo. No era el miedo, no era eso lo que me invadía, aunque debo decir que residía ahí, pues la pérdida de tus seres más queridos, del cariño trabajado en años, de la confianza... Se puede perder fácilmente. Gran parte se perdió. En el tiempo se perdieron muchas cosas, pero debo decir que como persona gané. Soy más independiente, aunque sinceramente, podríamos decir que eso es mentira. Nadie es independiente. Siempre necesitas a alguien. Si conseguía un logro, necesitaba contarlo. Si me rompía un dedo, necesitaba ayuda. Creo que esa fue la peor temporada, sentirme lejos de la seguridad y desvalida a la vez. Pedir me cuesta tanto... Las personas somos raras y sumamente complicadas, y es que no nos cuesta esfuerzo pedir agua a nuestros padres pero sí cuando estamos fuera de casa, quiero decir, somos contradicciones con vida. Supongo que no hay manera de encontrar la ley de la vida, aunque digan que es el poder y el dinero, no con eso se es completamente feliz y creo que muchos lo sabemos, porque ligado a esos va la mentira y eso lo pudre todo. La cosa más cierta que aprendí es que no hay nunca una verdad, que debes mirar siempre desde otros puntos y que aun así, te equivocarás, porque las cosas ton tan enrevesadas, que de ninguna manera conseguirás descifrarlas. Creo que es lo más bello del mundo, lo difícil y complicado que es.


domingo, 14 de agosto de 2011


Mirar atrás y sentir que todo ha acabado. A veces te levantas con un sentimiento en la cabeza, y digo en la cabeza porque es ahí donde reside. Se te queda entre ceja y ceja y no dejas de rumiarlo.
Soy una persona sumamente impulsiva, lo que pienso lo digo y no me paro. Sobretodo cuando creo en esa persona, cuando creo que es mi persona o lo puede ser. La pruebo constantemente, le doy mil vueltas por si acaso me dejo algun cabo suelto y es que la experiencia te hace ver las cosas desde más dimensiones. La cosa es que tienes ese sentimiento ahí y quieres hacer algo respecto a él. Aunque seas una persona impulsiva, aquí te paras a pensar qué harás, lo piensas una y otra vez. ¿Qué hacer respecto a él? ¿Qué hacer? A veces es mejor dejarlo correr, olvidar que está ahí, aunque es difícil, se puede hacer. Pero lo mío es equivocarme. Lo mío es tropezar. Tengo las rodillas con tantas marcas que no sabría decir cual es de cuando... Me tomo el lado positivo, que de esta manera aprendo. Que sonría, que todos nos equivocamos. Todos hemos pasado por ese punto. ¡No te preocupes! ¿Qué pasa cuando has pasado como diez veces por el mismo punto? ¿Qué pasa cuando no has aprendido de la primera, ni de la segunda, ni de la tercera vez? Llega la cuarta, y sí, te cuesta menos reconocer el error. Pero sigues teniéndolo. Supongo que sólo queda resignarse y pensar otra vez en las frases de siempre. Eso que siempre nos motiva. La próxima vez, será mejor...



sábado, 13 de agosto de 2011

- Veo mi reflejo en ti. El pelo deshecho, las gafas, mis ojos brillar... Miro la hora y no me sorprendo, qué raro es todo últimamente. No te reconoces, ¿verdad querida? A veces quieres romper a llorar de impotencia, de no saber qué sientes, qué pasa. No sabes si es normal. Quieres dejar esta pasividad, quieres sufrir o ser feliz, pero necesitas algo ya. Ahora.
- ¡DESPIERTAME!
- ¿Recuerdas..?


Será que hoy es un día de nostalgia, de rellenar albumes y querer comprar nuevos.

viernes, 12 de agosto de 2011

- No, no vullc que ho digues.
- Com?
- Serà com sempre, com si demà ens verem, fins demà. - i em va donar un bes a la galta. No vaig poder evitar somriure.
- Fins demà..

miércoles, 10 de agosto de 2011


I still hear your voice when you sleep next to me
I still feel your touch in my dreams
Forgive me my weakness, but I don't know why
Without you it's hard to survive

'Cause everytime we touch, I get this feeling
And everytime we kiss, I swear I could fly
Can't you feel my heart beat fast?
I want this to last
I need you by my side

'Cause everytime we touch, I feel the static
And everytime we kiss, I reach for the sky
Can't you hear my heart beat so?
I can't let you go
I want you in my life..

-Cascada.

martes, 9 de agosto de 2011


Me buscaste. Fuiste tú quién entre las cenizas buscó lo que quedaba de mí. ¿Recuerdas? Quizá ni lo recuerdes, cada día me doy más cuenta de cuantas personas se inducen nubes en la cabeza, alegando una vida demasiado turbia, o simples problemas. Defectos, eso de lo que tenemos todos, cosas que por supuesto se puede cambiar, pero que nadie quiere esforzarse tanto. Y eso. Me construyeron una torre, como la de aquella chica con el pelo largo, allí estaba yo, tranquila. Alguien tiraba piedras, día tras día, hasta que un día rompió la ventana y me hizo salir a pegar cuatro gritos. A que me importasen sus piedras, sus gritos, su presencia, él. Aun recuerdo cómo siempre me escondía detrás de los armarios, cuando subías la torre. Recuerdo todos los detalles, todas las barreras que rompías, señalabas aquel cielo nublado y decías que podía salir el sol, que podías apartar las nubes. Eras tan iluso, tan soñador... Un día te apagaste. No sé si vino la bruja y sopló en tus oídos. No sé si fue la fuerza de las nubes, no sé si ya no pudiste conmigo... Sólo sé que ahora, me toca volver a reparar la ventana y quedarme aquí. Quizá me quede cepillandome el pelo...O quizá me lo corto. Ya sabes, los tiempos modernos.

lunes, 11 de julio de 2011

Muchas veces actuamos sin razón, y por más que intentes explicarlo, no sabes cómo. Dirían muchas personas que nos falta instinto, que al fin y al cabo somos animales, que es parte y necesidad de nuestras personas el instinto. Debería ser una pincelada de nosotros, o no. Las personas contínuamente buscamos un camino, claro, antes de avanzar, eso intentamos, aunque suele pasar al contrario y guiarnos impuslivamente por el mundo. Queremos que las personas se guien por las normas que un día, sin escribir o escritas, creamos. Normas cívicas, normas que hacen que seamos personas, que nos diferenciemos de los animales, razón...
¿Realmente queremos eso? O mejor dicho, ¿realmente podemos? ¿Podemos dejar a un lado lo que nos convierte en iguales ante los animales? En la naturaleza vemos miles de comportamientos que un humano nunca debería hacer, vestigios que luego vemos rara vez en la raza humana y catalogamos como prohibidos o inapropiados. A veces creo que nunca podremos borrar esas cosas, que nunca podremos dejar de ser animales instintivos, y eso, en gran parte, me entristece. Defectos que nunca borraremos. Comportamientos que hemos visto erróneos, pero que van en nosotros. Es como esos virus que yacen en nuestro organismo, pero no despiertan hasta que les apetece. Diría que es algo así.

sábado, 11 de junio de 2011

Es gent que creu que no t'ha donat res, que ha sigut com les demés, que ha passat per la teva vida i ja. Però no. A mí la gent m'afecta, m'impregna, m'inspira. Perdoneu si es que les meves paraules segueixen plenes de faltes, però com diria algú que conec, no es la forma, es el contingut, encara que pot ser la Laura no estaria a favor d'això.

Aquest curs ha estat ple de sorpreses, de pedres al camí i avanços. He hagut de superar massa coses en poc temps i els meus principals pilars, no varen poder estar ahi per la distància. I vareu ser vosaltres, qui em vareu ajudar a formar una nova jo, amb uns canvis increibles, amb una estructura diferent, han sigut tants canvis que no podia amb tot, que caia contínuament.

Recorde molts moments. El primer cop que vaig venir, quan hi era tanta gent a la classe, amb l'Oscar. Recorde que la Judit em va parlar, i vaig pensar que estaria bé. Després vaig anar coneixent a tothom, una semana després, tot s'ha de dir. Vaig anar a la residència i allà vaig conèixer a moltíssima gent. Anava amb el meu ordinador petat, era un show. Les classes s'em feien extranyes, diferents. Hi havia molta gent i era de les ultimes en arribar. Natorp, Mollenhauer. Les històries de l'Oscar. Va venir el saló del manga.

Tenia moltes ganes de anar-hi perquè sabia que vindria gent de la meva terra, i quan estàs fora, valores molt més el que és d'on ets.

Després varen vindre els cafés amb llet de després de la uni, els treballs i unir-nos. Els nadals, prendre el té a casa de Faouzia, Barcelona, l'aniversari de Guillem, d'en Toni i Cunit. Tot va ser nostre.

I m'ha encantat tot aquest temps, totes aquestes experiències i canvis. Això si, molt després de que passaren. He après a apreciar el meu voltant, el que jo soc i el que els demés fan per mí.

Gràcies, gràcies a tots per fer posible el meu somni.


jueves, 21 de abril de 2011


Supongo que con el tiempo me quedo sin palabras, sin gestos o miradas, me los roban o a saber qué. Y es que cada día entiendo menos al mundo y cuanto más sé, menos entiendo y menos siento que sé, aun sabiendo que sé más. Es tan...raro.
Tengo una impotencia increible y soy más insegura que nunca, menos estable que jamás he sido. Siento que cada día es una segunda adolescencia, cada minuto que pasa es un terremoto interior. Pero sigo finjiendo que soy yo, cuando sé perfectamente que me he perdido y soy alguien que aun tengo que descubrir. Antes tenía unos límites definidos, unos principios. Ahora estoy haciéndo unos nuevos, creo todo nuevo y mi concienca tampoco es la de antes, ni si quiera mi mente piensa como antes, es un cambio brutal que me está agotando día a día. Y se crean más preguntas a cada cosa que pasa, es todo tan rápido que no me da tiempo a pensar. Me he perdido. Estoy perdiéndome en mi vida y me estoy perdiéndo mi vida. Estoy confusa sobre todo lo que me rodea y sinceramente, no sé que hacer. Estoy cansada de esperar a que pase algo que enderece todo esto..

jueves, 17 de febrero de 2011



A veces, y sólo a veces, nos damos cuenta de estas cosas. Hay cosas mucho más grandes que nosotros, monumentales. Pero sólo nos damos cuenta de vez en cuando. Estamos tan ciegos..

domingo, 28 de noviembre de 2010

Da igual la edad que tengas, no sé a partir de cuando, nos da por recordar el pasado. Pensar en lo que fue. Yo, señores y señoras, tengo un gran pasado. En serio. Es de estos que recuerdas y te sumerges y nadas. Normalmente, dividimos los pasados en épocas, aunque realmente no sabría si debería ser así, nosotros lo hacemos. Yo he tenido épocas de bajos y pocas de altos, pero como todos he tenido de todo. He vestido de rojo chillón, con chandals y deportivas, coleta todos los días y riñonera. También he llevado negro contínuamente, de pies a cabeza. He llevado lacitos en el pelo y un flequillo que, creo un poco, me dejó más miope aun. He llevado burberrys y camisetas rosas con detalles brillantes. He llevado chapas y camisetas estrafalarias, de esas que pone 'la máquina de bailar'. He tenido de todo realmente, he pasado por miles de fases y todas me gustan. Es mi pasado y lo que me ha hecho, y sinceramente me encanta. Quizá sea que hoy me he levantado de buen humor, con el frío que hace y sin gas para agua caliente o calefacción y levemente resfriada. Puede que sea que me he dado cuenta de que aunque todo me toca, todo me acaricia, sólo se queda lo que a mí me gusta, lo mío, lo que yo soy. Y ahora sigue gustandome el rosa, el negro y el gris, la coleta y las deportivas, también el flequillo, las camisetas estrafalarias y odiar el dorado, porque me recuerda a las abuelas. Y me gusta pensar que me han roto el corazón y lo he reconstruido, que he suspendido y he aprobado, que he perdido amigos y he hecho nuevos, que me quedan cosas que nunca perderé y una familia que me quiere. Hoy, no puedo estar triste.

viernes, 26 de noviembre de 2010


Nunca me sentí parte de un todo. Siempre he tratado de irradiar la mayor felicidad posible, energía, vitalidad. Ser positiva ante la adversidad ha sido una de mis características. Pero no en mi. Muchas veces creo que pensar que tienes algo superado es un error. Las cosas te marcan, todo te marca y aunque creas que a ti no te pasa eso, sí lo hace. Creer que eres la persona más fuerte del mundo, que puede arrasar con todo sin consecuencias, que te puede nevar encima y no coger una pulmonía es ser un iluso. Creí que aquello no me afectaría, pero sí lo hace. No puedo evitarlo.
Es duro llegar a un lugar, con gente que ahora ya es parte de tu vida, integrada en ella, pero que no conoce ciertos aspectos sobre ti. Duele llegar a casa, a tu nueva casa (que no hogar), deprimida por algo que nadie conoce y que te duele decir. Fingir una alegría no sentida y exagerarla para que nadie note que te destrozas por dentro. Sólo unos pocos saben que eso a mi me duele, que me destroza, que me hace sentir inferior, siempre. Ir a esos lugares es como querer pisotearme. Pero aquí nadie lo sabe, nadie conoce eso de mi, y aun así, el orgullo y la verguenza pueden conmigo.
Nunca entendí la frase de nada como el hogar, porque pensé que cualquier lugar podía convertirse en tu hogar si tu así lo querías. Pero me he dado cuenta de que realmente, esa frase no quiere decir que tu hogar sea lo mejor, sino que crear tu hogar es costoso, crear lazos fuertes de confianza, miradas que leen tu mente... Es complicado y requiere grandes pasos. Y a esto va ligado el más vale malo conocido, que bueno por conocer...
Querida mamá,

hace años que quería escribirte esta carta. Nunca pensé que sería de esta manera, aunque bien pensado, nunca pensé que acabaría aquí. Siempre te he querido, ¿sabes mamá? También a papá, también a papá. Nunca pensé que pasaría este frío por las noches, que me vería en las basuras, recogiendo comida que nadie quiere. Sinceramente, nunca pensé que recibiría esa mirada tuya, y es que después de tantos años ya ni me reconoces.

Perdóname mamá, por haber tenido tantos fallos, por haber caído en esos mundos que tu siempre apartaste de mi. Quise ser una rebelde, quise alegrar mis días con tonterías de jovenes, con esas pastillas que me hacían soñar despierta, pensé que esas cosas se podían solucionar, que tenía mucha vida por delante.

¿Sabes mamá? Sólo ahora noto la lentitud del tiempo. Sólo ahora soy consciente de lo mucho que lo arruiné todo, y ahora que veo lo que hubiese podido hacer, es tarde y me arrepiento. Perdóname mamá, no quise decepcionaros. Me hubiese gustado ser la hija que siempre quisisteis, una famosa abogada justiciera que ayudase a quién lo pidiese. Lo hubiese podido hacer, pero no quise. Recordaré siempre, mamá, las ayudas que me dabais, las manos que me tendíais, los avisos que no faltaban.

Pero ahora mamá, como tú decías, ya es demasiado tarde. Nunca llegué a formar una verdadera familia. Estoy segura de que pensareis que estoy muerta, pues no me reconociste. La otra noche, sentada en el banco de la calle donde sueles ir a pasear con un perro nuevo, te vi. Ese pelo ondulado que flotaba en el aire. Eres siempre tan elegante, mamá. Llevabas perfume y unos pendientes, creo que eran perlas. Pero aunque fueras tan bien vestida, aunque olieses tan bien, te vi los ojos, cansados, agotados, resignados. Lo siento otra vez, sé que son por mi.

Me dolió aquella mirada que me echaste, sin saber quién era, pero casi con conocimiento de ello. Y siento que me la merecí. Perdóname mamá, por hacer tantos errores en mi vida y sólo deja que me vaya preguntandome aun, si alguna vez merecí una segunda oportunidad, por equivocarme.

Te quiere,
xxx.









Todos..

lunes, 22 de noviembre de 2010



Sentía esa alegría por dentro, esa sonrisa invisible que se dibuja sola, ese brillo en los ojos. Era energía dentro de mi y no sabía como desatarla. A cada canción incrementaba, quería gritar, bailar. Todo estaba saliendo bien. Él llegó.
- ¡Bienvenido! - dije con tono burlón y una sonrisa de oreja a oreja.
- Hola - sonrió con esa sonrisa que sólo el tiene, esa que dice que soy tonta pero que adora mi tontería - ¿qué pasa?
- ¿Qué tiene que pasar? - me levanté, acercandome a él.
- No sé, estás ahí como si te acabara de tocar la lotería - dejó las bolsas de la compra en el suelo, bajó la mirada y volvió a mis ojos.
Le ayudé quité la bufanda, poco a poco, con mil cosas que decir y sin decir nada.
- ¿Y bien? ¿No me lo vas a decir? - arqueó una ceja sin borrar su deliciosa sonrisa.
- Mh mh.. - sonreí orgullosa, jugando un poco. Colgué la bufanda en el perchero.
- Hm.. - suspiró negando con la cabeza para volver a coger las bolsas e ir hasta la cocina - Eres única - metió las bebidas en la nevera.
Sonreí por inercia y le abracé, por detrás, esos dulces abrazos que te hacen sentir que eres de otro por unos instantes - Te quiero - apoyé mi cabeza en su espalda. Se giró y me abrazó.
- Y yo a ti, tonta - me dio un beso en el pelo.
Cerró la nevera con el pie - ¿Tienes frío? - negué con la cabeza aún hundida entre sus brazos - ¿Seguro? - me observó. Levanté la cabeza y me sonrojé por pura inercia.
- ¿Qué pasa? - sonrió de nuevo - ¿Tengo algo en la nariz que me miras ahí? - rió.
- No te miro la nariz, miro tus labios, tonta - me besó dulcemente y me sentí entre sus brazos, estrujada, suya, cálida. Sonreí y cerré los ojos - Ahora tú, ¿qué pasa? - me miró burlón otra vez.
- Nada... Que al lado de tu corazón nunca podré tener frío - le abracé de nuevo, pensando que era estúpida, que le parecería pastelosa.
- Tonta - y me abrazó, fue largo, suave - ¿No me vas a decir por qué esa sonrisa, verdad? - reí.
- Es simple, hacía demasiado tiempo que esperaba esto. Estar aquí, así, contigo y por fin, puede ser, ¿no es increible? - me brillaron los ojos con una luz ténue.
- Te amo - me cogió las manos.
- Y yo a ti - y sentí su mirada, sus ojos raros, sus preciosos ojos raros allí, en frente de mi, con su blanca piel, sus manos cogidas a las mías, su voz suave y dulce, su expresión, él. Ni Edward cullen podría superarlo.. ♥
Adicciones. Hay miles. Al deporte, a comer, a no comer, a los videojuegos, al futbol, a la música, a las drogas, al sexo, a limpiar, a ti. Es tan díficil no ser adicto a algo... Supongo que será porque las adicciones, al hacernos obsesionarnos de esa forma que no podemos pensar en nada más, que no podemos dejar de ser adictos a no ser que tengamos una fuerza increible, supongo que nos ayuda a sobrellevar la dureza de la realidad. Yo he sido adicta a tres cosas sobretodo. La primera adicción aun no me la he quitado de encima y siendo realista y sincera, creo que nunca lo haré. Es mi refugio, mi placer eficaz, mi evadirme segundos o quizá ni eso. A veces es ese algo que me hace daño y del cual soy consciente. Es mi premio y penitencia, mi mejor amiga y peor enemiga. La comida. Pocas personas son conscientes de que son adictos a algo, pero yo lo veo, lo siento. No soy capaz de quitarme esto o aquello, lo necesito, no en realidad pero es lo que mi mente me dice. La segunda adicción me la quité hace un tiempo. Iba ligada a otra adicción, otra mucho peor de la que hablaremos más adelante. Cuando dos adicciones se unen es mucho más difícil quitárselas, siempre acabas cortando de raíz con una, difícilmente podrás de las dos a la vez. Esta segunda me ocupaba mucho tiempo. Esta adicción era increiblemente cegadora y me aportaba muchas cosas, la primera dolor, indirectamente, pues sabía que era una adicción perjudicial, aunque para qué engañarnos, todas son perjudiciales. Pero no podía salir de ella, era perfectamente completa, me daba seguridad, alegrías, energía, tristeza. Vamos, una segunda vida, pero que tenía una caducidad más cercana a la de la vida. Era el ordenador, diré el ordenador en general, porque cuando no era un juego de rol, era un foro y cuando no, un juego de una red social, así pues, lo dejaré en ordenador, generalizando. La última, y más difícil de dejar ha sido siempre el apego a las personas. Es prácticamente imposible de quitar. No sólo es el apego, incluyo la confianza o más bien inocencia. Incluyo todos los factores que, sólo a base de golpes, puedes quitarte de encima. De todas las adicciones posibles, es la que tiene más infinidad de posibilidades de recaida. Confiar en alguien, a veces, es demasiado fácil, y cogerle apego aun peor.
Miles de cosas se cruzan en el camino de las personas para que éstas cada vez sean más adictas entre si, o una de ellas se separe, es entonces cuando el adiccto tiene una dificultad enorme para hacer el proceso de "desapegamiento".
Sea como fuere, cualquier adicción es perjudicial, porque sólo tienes ojos para esa cosa, con la de maravillas que hay alrededor..

lunes, 15 de noviembre de 2010

Diría, después de un tiempo, que son realmente fuertes. Los roles dados por la sociedad, se marcan y graban en mentes jóvenes y aun no demasiado lúcidas. Puede que sólo sea una percepción mia, pero hay personas que tienen ciertas espectativas en cuanto a tu comportamiento, y cuando tú, a saber por qué, no asumes del todo éstos roles y los interpretas de una manera personal, te estigmatizan y etiquetan.
Cuando eres más pequeño y piensas de una forma bastante individual, crees que tienes más personalidad que los demás, que no aceptan tu forma de ser, diferente entre la de ellos, que son intolerantes - a grandes rasgos - o simplemente, son tontos.
Nunca estuve a favor de usar la envidia como un argumento, porque ésto te lleva directamente a dos puntos. El primero, prejuzgar, que es, si no siempre, la mayoría de veces erróneo, y el segundo, creerte superior de alguna manera a esa persona. Pero creo que, desde tan pequeños, ya tenemos ese pequeño sentimiento de envidia. Quizá sana o quizá no, pero está. Ver que otro interpreta, a diferencia del resto del grupo en el que estamos, porque no lo negemos, los roles grupales existen, provoca cierta envidia, ciertas ganas de haberlo interpretado diferente, aun la estigmatización. Creo, y sólo creo, que esas etiquetas y estigmatizaciones, no sólo son producto del miedo a lo diferente, al descontrol y posible caos, hay un gramo de envidia que hace agría la disolución. Porque ejercer un papel de manera diferente a la habitual, a la que estamos acostumbrados, a ver la tele y comer galletas en lugar de leer un cómic y jugar al ordenador, hablar y dirigir en lugar de ser más solitarios, tener una energía extraordinaria y adorar por siempre las infantilezas en lugar de hablar ya tan pronto de marcas, es siempre un signo de que lo vas a sufrir, macho. Aunque lo que más debe preocupar es cómo afectará ese sufrimiento, porque irá en consecuencia de cómo se lo tome esa personita, aun formándose y educandose, aun aprendiendo a cómo moverse por el mundo. Si aquella personita, desde bien pequeña, se avispa, se vuelve una abeja rápida y a veces, avispada, quizá sobreviva. Porque no hay nada peor que quedarse estancado en el pasado..



Alguien me dijo alguna vez, "usemos el sofá del pasado como trampolín..."

viernes, 12 de noviembre de 2010

Hace tiempo pensé que brillar era esto. Me explicaré. Siempre pensé que el hecho de ser un buen estudiante, de hacer las cosas como debía me haría brillar. Brillar, ya sabeis. Reluciente, resplandeciente, ese aura que te envuelve cuando brillas, cuando todos se giran por la energía que desprendes, cuando te sientes lo más grande en el mundo sin ser consciente de ello. Pero no. Es de risa, quiero decir, me provoca cierta tristeza, pero como leí en algun sitio, lo más serio, es reírse.
Las personas cuando hacemos las cosas bien, necesitamos como siempre a "otro" que nos escuche, que comparta nuestra alegría, nuestra felicidad, porque si ese alguien no festeja con nosotros la alegría que creíamos propia se queda en nada. A veces pienso que eso se queda corto. Aprendo, día a día, que los logros no son la esencia de ti. No son lo que te hará feliz. Pensé que el esfuerzo y el resultado, acertado y bueno, de algo que te gusta me realizaría, me autorealizaría. Pero no, no es así. Es más, el vacío es cada día más grande. ¿Qué está pasando?
Creí vivir en un mundo que, mínimamente entendía. Ahora creo que está loco, bueno, más que antes. Supongo que más que el conocimiento y simples números que dicen poco o menos de ti, no pueden hacerte brillar. ¿Por qué, entonces, Einstein brillaba? O quizá me equivoco. Quizá fueron los demás quienes le vieron brillar. Kurt no brilló, es más, sus logros lo sumieron en una profunda oscuridad. Entonces, ¿cual es el camino? ¿Qué hacer? ¿Cómo rellenar este vacío?
Alguien, un día, en cierto verde país me enseñó esa palabra...Vacío. Desde entonces le cogí un apego increible. Describía un sentimiento a la perfección, me encantó. Desde entonces me ha gustado columpiarme entre llenos y vacíos. Porque ni un lleno eterno satisface, ni un vacío permanente contenta. Debía ser un equilibrio, un constante vacío/lleno. Un choque entre contrarios que caía en un saco de extrañen, llamado estabilidad. Entre esos llenos y vacíos sabía, menos que más, manejarme. Controlar la situación, esa manía tan mía. Siempre pensé que muchas de las angustias de éste ciclo vital, debían ser producidas por ese continuo no hacer lo que debo. Pensé que, si hacía eso, si era una buena chica, quizá podría llegar a ser todo. Podría brillar con luz propia. "You can shine". Era una esperanza, un no está todo determinado, un no hay límites. Pero ahora, de verdad, creo que me he perdido.



Espero que sólo sea geogràficamente..

miércoles, 27 de octubre de 2010

Recuerdo que una vez oí a mi madre decir algo como "A esta edad ya no me pillas", no recuerdo bien, pero algo así fue. Creo que ahora - y aun tan joven - me veo en la posición de decir esa frase, aunque encarada de otra manera. Quizá, aunque un quizá muy probable, entonces, hace unos años, me hubiese ofendido por expresar mi forma de ser de una manera a medias pública y que alguien la rechazase, así, sin apenas conocerla, con gestos y conversaciones no verbales. Pero ahora, cuando ya tengo bases bien asentadas y sé que mi libertad propia es más importante que tu opinión, cuando conozco a la gente y sé, levemente, cómo es, ahora no me pillas.

No hace falta recorrer demasiado mundo para ver que hay diferentes cosmovisiones en una misma realidad. En un mismo edificio, los puntos de vista pueden cambiar de maneras increibles, como alguien me dijo que alguien dijo, cada cabeza piensa de forma distinta en una situación. Compartiendo una misma cultura, diferentes aspectos de la vida pueden ser tan radicalmente diferentes que pueden separar a esas personas de un ámbito social, es decir, la marginalidad dentro de una sociedad puede darse aunque se sigan unos paradigmas conjuntos. La vida, que es el tronco que todos seguimos, te da y te empuja a ciertas ramas, de sus infinitísimas ramas. Cada rama es un camino a seguir que delimitara ciertas diferencias con los demás, ciertas diferencias que con el tiempo asumirás que son reales, que sí habrá una superioridad (o un creer en esta) entre estas diferentes opciones. Nunca he tachado a alguien por lo que me han dicho o por seguir esa rama diferente a la mía, en cambio, si se crea un sentimiento en mi de rechazo ante personas que no llegan a respetar estas diferentes elecciones. La personalidad de un individuo se forma en cuanto a lo que elige, quiero decir que si Juan prefiere jugar con muñecas a jugar a futbol, con el tiempo y por injusto que sea, sabrá que va a ser rechazado por esos compañeros quienes crearán el rechazo en Juan hacia ellos mismos. Sí existe este efecto espejo, donde lo que proyectas te será devuelto, aunque en algunas personas proyectas maldad y son - casos raros y interesantes para el estudio - capaces de proyectar bondad o incluso admiración - aunque personalmente creo que va más en la psicología de la persona y cómo es capaz de afrontar cada situación, puede que no quiera crear esa proyección pero lo hace o quizá esté equivocada - pero lo que quería decir con esto, es que además de caminos de vida diferentes, también hay formas diferentes de enfrentar problemas o situaciones, basadas en lo que elige uno de los caminos de vida, la forma de ser de cada persona.
En fin, hay prácticamente tantas formas de ver y vivir la vida como personas en el mundo y sinceramente me pregunto si algún día podremos entender algunas, las más cercanas quizá, respetándolas - qué difícil.. - y quizá intersandonos por ellas - con tanto egocentrismo creo que es casi imposible -. Aaay cuánto daño ha hecho el individualismo extremado - porque los humanos somos así, extremando o quedandonos cortos, siempre como nos interese - y qué rápido pasa el tiempo.

martes, 26 de octubre de 2010



La llum de la làmpara, el llit, tancar la finestra amb el peu, estar a l'ordinador sentada a la cadira com un indi, la nova invenció del gelat de café de la mare, el pare demanant cafés, els desdejunis espontànis de la mare, ells cridant al timbre a deshora, ballar amb tú, la càmera, cantar a ple pulmó encara que els veïns diguin coses, jugar amb llums i maquillatges, escuadrinyar que fan els pares, canviar de roba mil vegades, veure pel·lícules i que em digues tonta cuan plore, vore com probes coses sense mirar i riure perque piquen, el monopoly amb vosaltres, totes les fotos, la teva emoció al parlarme de la vida, els abraaaaços, els crits, saltar, pegarli a la corretja de la cortina amb el pal de la cortina mentre parle am ell, emocionarme incondicionalment, la salera, les tonteríes que solta ella, els vostres somriures, aire i yoyo, sopar al toto, cridar per a que ens duguen el sopar, cantar cançons, tot, però sobretot, sentirme a casa.

domingo, 24 de octubre de 2010


Hacer una vida propia es algo difícil. Bueno, hacer algo propio lo es. Hacer que tu cama tenga la almohada de la manera en que a ti te gusta, que la ropa esté colocada como a ti te gusta, organizarte como a ti te gusta, que te traten como a ti te gusta... Todo cuesta trabajo, sobretodo cuando hablamos de lo último, de personas.
Que una persona sepa como eres cuesta mucho tiempo, aunque a veces en nada ya eres parte de su mundo. Pero cuando trasladas tu vida de lugar, te dejas muchas cosas de la manera que te gustan y pasas a una base llana. Hay que volver a modelar todo lo que quieres. La cama sólo costará unos días, la ropa unas horas, tu habitación unos minutos, las clases una semana, las personas...¿Cuánto costaría eso?
Cuando nadie te conoce, cuando nadie sabe con verte qué necesitas, nadie sabe de qué humor estás, que gritas por un abrazo con la mirada, eso nadie lo ve. Tienes que empezarlo todo de cero, sin una base, sin un alguien en casa que te dará un abrazo por tu frustración, sólo voces, sólo letras. No es lo mismo, no lo es. Supongo que con el tiempo las cosas van cogiendo ese aroma familiar y el empezar de nuevo hace que sea lentamente como surgen las cosas. Es como si estuvieses bajo la luz, sola, a prueba. Pero sabes que con tu mejor sonrisa, contrastarás esa luz.

martes, 19 de octubre de 2010

Digamos que las vidas estan formadas por los quiero y los tengo que. Los quiero ocupan la mayor parte de tiempo en nuestras mentes. Siempre queremos hacer cosas. En cambio, los tengo que, son los que más se demandan y por tanto, los que, estructuralmente hablando y siendo realistas, basan la vida de las personas. Aunque no sé si seré la única, que está llena de quieros y más llena aun de tengo que pero. Nos pasamos el tiempo pensando en lo que tenemos que hacer: Tengo que fotocopiar esto, tengo que comprar papel, tengo que imprimir lo de pedagogia, tengo que estudiar, tengo que comprar un nordico, tengo que ir a clase, tengo que.. así infinitos. Pero luego estan los quiero: Quiero ir al salón del manga, quiero comerme una tostada con nutella, quiero jugar al ragnarok, quiero ir al cine, quiero echarme una siesta, quiero abrazar a mi familia, quiero... así infinitos también, incluso suelen ser más que los tengo que. Pero luego de hacer esta lista mental, hay otro apartado. Este apartado, para algunas personas, ocupa más tiempo que ninguno. El tengo que hacer pero: Tengo que estudiar pero tengo pereza, luego lo haré; tengo que ir a comprar pero me duelen los pies, más tarde; tengo que levantarme, pero es muy pronto, un poco más... así, esta vez, más que infinitos. Estos tengo que, como vemos, suelen ir seguidos de un adverbio de tiempo que atrasa la acción.


Los tengo que pero crean una cadena viciosa en algunas mentes con conciencia, quizá, cargante. Esta cadena viciosa se compone de un pensamiento contínuo en el tengo que pero, seguido de las consecuencias (llámemosle debería de) y los quiero que nunca pueden faltar. La mente se llena de un sentimiento de culpabilidad continuo que no permite avanzar, quedándonos en lo que hacemos mal, centrandonos en lo que nos gustaría hacer pero dejándo lo que tenemos que hacer para más tarde, lo que trae como consecuencia no poder hacer lo que se quiere porque hay que hacer lo que se debe pero más tarde, así que se pasa a un sentimiento de angustia y así contínuamente. Pero hay veces que esta cadena se rompe. ¡Pum!
Aun me pregunto cómo pasa. Quizá sea esa fuerza que te da en ciertas etapas, el empujón de madurar y eso, o no sé, quizá sea que un día va y dices: "Eh tío, ¿por qué no hago lo que tengo que hacer cuando toca? ¿Por qué voy a contracorriente sintiéndome mal? Va, tío, voy a hacer lo que debo."
No sé, la mente es tan complicada y enrevesada.

martes, 12 de octubre de 2010

Llegó un día en el que todo estaba al alcance de su mano, todo. Todos le pertenecían, no tenía que mover un dedo. Con miradas podía manejar su mundo, así era ella. Pero en un soplido de viento las cosas cambiarían, o quizá no. Me pregunto continuamente si es que la belleza de su cuerpo y su sublime cara podían llegar a cautivar a aquella marabunda de gente que la seguía, que observaba cada movimiento como si fuese una aurora boreal, como unas estrellas en un baile cósmico. Increible.
Una noche, después de una larga pero divertida fiesta decidió volver a casa. Para ello sólo debía negar levemente con la cabeza, quería estar sola. Era un día lluvioso, ambientado en película casi, por eso quería ir sola, para creerse más protagonista si cabe. Entre las calles de aquella ciudad se sintió perdida, perdida sin capacidad de encontrarse, cogida fuertemente a su paraguas y ajustando su capucha, por el frío. Las mangas le venían grandes, sentía las medias mojadas, además de rasgadas por aquellos rasgos de moda que tanto daban que hablar a las edades más grandes. Sus ojos desmaquillados ya, con negro por todas partes, los labios rojos pasión, casi intactos, pues como la princesa de su maquiavelica historia, nunca besaba a nadie, sólo movía, hacía y deshacía a su antojo, pero con los demás, como su caja de muñecas. Sus botas estaban empapadas, sentía el frío en los pies, casi congelados. Se erizó, se notó en su camisa blanca, casi transparente por la lluvia. Aun teniendo frío, no se abrochaba la chaqueta, la moda le podía, suelta, sexy, con frío.
Su piel blanca destacaba con aquella chaqueta de cuero negro, se mordió los labios. Su pelo dió un breve movimiento ladeado para que sus ojos quedasen a vista de una luz. El faro de un coche la iluminó. El hombre que estaba dentro la vió, su cabeza de llenó de ideas que preferiría no contar, se relamió y siguió su camino, casi sin mirar la carretera, échandola ya de menos.
Corrió a leves saltos entre los charcos de la calle y llegó a una antigua iglesia. Su calle pasaba por el lado, con jardín cercano, oscuridad, lluvia. Sonrío. Caminando por el callejon, sin gente, se arregló la capucha de la chaqueta, sin deshacerse el pelo prácticamente. Derrepente, sintió un tirón en el paraguas.
El corazón le palpitaba con rapidez, sin la gente se sentía desprotejida, su belleza abismal esta vez sólo hacía el papel de debilidad, el deseo podría al hombre que le cogiese el paraguas, porque estaba segura de que era un hombre. Le temblaron los pies, en segundos pudo ver como sin aquel mundo al que controlaba, no era nadie...no era nada. Se giró, fuertemente y temerosa del futuro, pero no había nadie. Sólo había sido un soplido de viento que se había llevado su seguridad..

viernes, 8 de octubre de 2010

En una mudanza, cuando te cambias de vivienda, es difícil acordarte de todo lo que tienes que meter en la maleta. Ayer me levanté y no dejaba de fijarme en cada paso que daba. Me levanto y busco mis zapatillas de ir por casa - al menos fuera de mi propia casa, porque ir descalza es mi deporte favorito - luego camino hasta el baño, jabón, me lavo la cara, toalla, me seco la cara, cepillo y pasta, me lavo los dientes, cepillo de pelo, me hago el pelo y de vez en cuando, espuma, laca.. añado ingredientes.


Si ya es difícil acordarse de todas las cosas que vas a necesitar fuera de casa, es más difícil aun encontrar espacio para todas ellas. ¿Como te vas a llevar tu vida a otro lugar? Eso no se puede hacer. El trabajo es duro, vas a tener que romper tu vida y dividirla en partes transportables y partes que no vas a poder transportar. Las primeras las meterás en la maleta, pegando fuerte para que quepan, pero las otras se van a quedar aquí - esperandote o no - lejos de lo que ahora será tu nueva vida. Quizá se reciclen y se conviertan en otro fragmento de tu vida, aunque no de la misma manera, pero es difícil. Crear algo nuevo va a costar mucho pero lo harás, porque lo sabes, porque lo quieres y si quieres puedes. Aun rompiéndo lo que tienes, te llevas las fotos y lo que en ellas hay, eso nunca se pierde - a veces, desgraciadamente sí - pero tu no dejarás que te pase.

Dos días voy a echar de menos tantas cosas..

domingo, 3 de octubre de 2010


Ser diferente, marcar la diferencia. El mundo está plagado de grupos de personas diferentes, de personas únicas también pero...Estas personas tan únicas estan formadas por cualidades, pensamientos, sonrisas, ojos que muchas otras poseen pero no en ese orden. Digamos que cada persona es un código y digamos que mi código es 123456789, cada número es diferente, y nunca habrá nadie que tenga mi mismo número, no en mi orden, tendrán un numero parecido, quizá que contenga esos mismos números, quizá juntos suman la misma cantidad, pero nunca serán igual que mi numero. Muchísima gente tendrá un uno, un dos, un tres, un cuatro y todos esos números en su propio número, pero no en el órden en el que está mi código. Todos estamos codificados de una forma diferente y eso marca la diferencia y nos hace únicos. Pero si juntasemos a personas que tuviesen algunos de esos ordenes, como.. "123", "456" y "789" tendrían las tres primeras cifras en el mismo orden y juntas quizá hiciesen algo parecido a la función de mi número. Es decir, que por separado somos muy diferentes, pero si nos unimos a otras personas formamos un gran grupo con grandes y parecidas cualidades o diferentes que nos hacen iguales a una persona solo. Algo así, algo así de increible.
Esos números, no son números en realidad, llámemoslos operaciones, porque comparar cualidades que pueden cambiar de forma y moldearse a mejor o peor, creo que no se pueden comparar con números fijos, pero digamos que son resultados de operaciones, así que, segun lo que sumamos - en experiencias - o restamos en nuestras vidas - y digamos que la gente que ayuda para bien o para mal serían quienes hacen que sea suma o resta, o quizá multiplicación - tendremos un número u otro, es decir, una cualidad u otra, mejorada o empeorada.
Las cualidades, consideradas desde un punto en el que todas son beneficiosas, se pueden deformar hasta hacer de ellas algo horrible. Por ejemplo, como los erizos, las personas tenemos nuestros pinchos que utilizamos como mecanismos de defensa, si nuestra vida ha sido dura, lo más probable es que esta cualidad defensiva se haya apurado mucho y sea realmente afilada, esto es algo bueno, ¿no?
Pero esta deformación depende del criterio personal, quiero decir, el código es el conjunto de nosotros, por llamarlo así, y éste está manejado por nuestro cerebro que es él cuando decide cuando y cómo utilizar estos numeros. Por tanto, dependiendo del cerebro, estas cualidades serán o no deformadas. Entonces, visto así, supongo que todo depende de nuestro cerebro y está ahí dónde estamos, no sólo nuestras cualidades, qué increible. Qué pequeño es el mundo y cuánto tiempo para pensar.

lunes, 27 de septiembre de 2010

A veces me gustaría viajar por mi estómago y llegar a mi corazón, bombearme un rato y acelerar hasta el cerebro, dónde vería cada neurona palpitar, con luces de colores. Me gustaría ver papeles amontonados en una mesa y ellas corriendo, de aquí para allá, llevándolos, para decirme qué pensar. Una neurona llega cansada, agotada, con un dibujo. Ella es la más rápida, se lo da a otra. Una está dandóle a unos botones, mientras a su lado otra espera a echarle mano a una palanca. Sale una disparada, de camino a la nariz, con un pequeño frasco y la de la palanca le da. Otras pulsan más botones, más palancas, un, dos, un, dos. Alguna mantiene pulsado el botón como si le fuera la vida en ello, fuertemente. Corren dos más, directas a la boca, con papeles en las manos. Sigue pulsando la del botón, sin dejarlo estar, y ahora echa una palanca hacia un lado, lentamente. Tira la palanca hacia arriba poco a poco, esta vez. Ahora un grupo más grande corre hacia la boca de nuevo, parece un trabajo complicada. Y yo sigo ahí, sentada y mirando, creo que no se han percatado de que estoy aquí. Otros grupos siguen yendo hacia la boca, dos más parece. Ahora hay mucho ajetreo, la del botón principal pulsa una y otra vez con espacios de tiempo y se queda quieta. Ahora otra corre con papeles de nuevo y parece que todo se calma. En aquella mesa de papeles, algunas aun cogen y se van corriendo.

- Mhhhh.. Qué rico - sonreí, y de momento me di cuenta - ¿Cuántos papeles habrán movido por mi...?

sábado, 25 de septiembre de 2010



Hay un momento en el cual decidimos un camino, con esto quiero decir, que hasta ahora había seguido un camino, decidí no seguir aquella dirección y a pedradas seguí otro, que ni mejor ni peor, era mi elección. Cuando llegué a crear mi mundo, mis necesidades básicas, mis sonrisas y problemas del día, llegó un momento en que me pusieron una nueva prueba y la superé, porque yo soy de esas personas que con tiempo, superan lo que haga falta. Siempre me creí hacedora de mi destino, controladora de mis acciones y consecuencias, y hoy aun sé que es así, sólo que soy más consciente de las palabras defecto y fallo que me hacen humana y energía para seguir superandome y mejorando cada día que pasa.
Pero hay momentos en los que el paso es grande. Cada fallo trae una consecuencia, bueno fallo, digamos que es cada decisión, más o menos acertada, y en este caso, en este año, fue poco acertada. Esto sólo hizo aumentar el tamaño de la prueba, y como en gimnasia, tener que entrenar más para ello. Tras entrenar y superar las dos pruebas e incluso puede que la tercera, ahora se me da una consecuencia a aquella decisión, en su momento poco acertada, que tomé. Y esto es una taza de experiencia, porque lo es. Sólo me pregunto...¿Cuanto me costará tomarme esta taza? ¿Estará ardiendo? ¿Me caerá de las manos?
Supongo que son las típicas inseguridades de los grandes pasos, pero estan ahí, latiendo.

sábado, 4 de septiembre de 2010

- Siempre he sentido esto, ¿sabes? - No sabía cómo expresar lo que iba a decir, pero tenía que hacerlo, sentía eso que te oprime el pecho y no te deja estar cómodo. Sabía que estaba llorando y sentía como me picaban algo los ojos, pero dejé fluir las lágrimas, me calmaba el hecho de que cayeran por mis mejillas, no entiendo por qué.
Tragué saliva y suspiré, mire a un lado, creyéndome más víctima de lo que era - No sé si le pasa a todo el mundo, pero.. Nunca me he sentido realmente querida por un chico. Y cuando digo nunca, es nunca. Bueno, siento que tienen algún tipo de compromiso conmigo, como que saben que lo mío roza los límites de la obsesión y por eso se sienten obligados a sentir algo por mi, pero no lo sienten realmente, o yo qué sé. Nunca he conocido a nadie que me ame como yo - fruncí el ceño y me deprimí más aun. Sonaba tan triste con aquellas palabras.
Él me miró, como si fuese una estupidez lo que había dicho, como si pensase que era una cría, una mimada estúpida que quería sentirse querida como si fuese especial - ¿Eso es lo que tanto te preocupa? ¿Que nadie te ha querido de verdad? - puso un tono irónico. Me molestó, ¿pero qué podía hacer? Nada. Le observé, buscaba compasión, comprensión...Quizá buscaba sentirme eso, víctima.
- Deja de hacer el imbécil. La gente no puede esperar sentada a que la quieran, no puede querer y esperar ser querida, primero tienes que ser, ser tú y que alguien te vea entre los demás, pero a ti eso no te pasa, no te va a pasar, porque a ti te gustan las cosas rápido y como nadie se fija en ti en breve, eres tú quien intenta hacer eso con los demás, y es así, como haces que quién deba fijarse en ti, no lo haga. Eres estúpida - se apoyó en su mano, serio, impasible.
- Eres un insensible - balbuceé y entrelacé mis dedos.
- Ya te he dicho lo que eres, no me gusta repetirme - cerró los ojos, cansado de mi.
Sabía que no le gustaba, que no quería oírme, así que simplemente me levanté.
- Es tarde, nos vemos mañana, cuídate - corrí rápido, con lágrimas otra vez y pensé que debía tragarme todas las tonterías. Pensé que era una niñata y bueno, no me faltó razón. Llegué a casa, cansada y sin aliento. Abrí la puerta, dejé las llaves con cuidado sin despertar a mamá y papá, caminé despacio hasta mi habitación y me quité los zapatos. Me desnudé de pies a cabeza y me acosté sobre la cama. No dejé de llorar en horas hasta que los ojos no dieron más de si y me dormí, con la misma idea infantil y quizá más real de lo que parecía en la cabeza.

lunes, 30 de agosto de 2010

Me levanté, ese sonido me atormentaba. La alarma había sonado varias veces ya y salían todos los avisos que tenía que aceptar. Tenía la vista borrosa, pero tenía que ir hacia el timbre, seguía taladrandome la cabeza. Pensé quién sería, era temprano y no quería abrir, me hubiese quedado durmiendo veinte horas más, estaba bien allí. Llegué a la puerta, y con esfuerzo levanté mi mano hasta el pomo. Me acercé lentamente hasta la mirilla, aunque me costaba más aun ver quién estaba allí. No veía a nadie y me giré, deseosa de volver a la cama. Sonreí pensando en aquella diadema de colores que le daba a alguien en mi sueño, en volver a él y olvidarme del mundo unas horas más, pero entonces volvió a sonar.
- Maldito tío del contador de la luz... - pensé.
Llegué de nuevo a la puerta y la abrí.
- Hola Eva - sonrió quién se encontraba frente a mi.
- Ehm.. Perdona..- me frote los ojos y me aparté el pelo - ¿Te conozco?
Asintió y se quedó frente a mi, con una sonrisa, sin dejar de mirarme.
- Mh..¿Y qué querías..?- le observé.
- Que despiertes - siguió parada, allí, inmóvil.
- ¿Perdona? - no pude evitar una horrible mueca. Se estaba quedando conmigo, fijo.
Empezó a reír - Venga, despierta ya, dormir tanto no te hace ningun bien - siguió mirandome y sonriendo, como si esperase alguna acción de mi. No sabía como reaccionar.
- Err.. Estoy despierta, aquí, frente a ti - hice algunas señas, para explicarme mejor, o para pretender que aquello fuese más real.
- No, no, estás dormida - siguió sonriendo.
- ¿Es que no me ves? Estoy aquí, de pie - sonreí y pensé que aquello era una locura, así que procuré ir cerrando la puerta y despedirme - Ehm.. creo que no nos entendemos, bueno, hasta pronto - sonreí sin ganas y procedí a cerrarla.
- No lo intentes - paró la puerta con la mano sin dejar de sonreir. La miré con miedo, me asusté realmente y la observe impaciente por ver su próximo movimiento e incapaz de moverme.
- No voy a dejar que vuelvas encerrarte ahí, no otra vez - se mostró algo más seria.
- E-es mi casa... - la miré, arrepintiendome de mis palabras.
- Lo sé y no vas a volver a encerrarte ahí Eva, no puedes - alzó una ceja.
- Pero..¿Por qué? - la curiosidad se comía mi miedo.
- Porque no puedes volver a dejar de ser tú, despierta - se acercó y puso su mano en mi hombro. No lo sentí.
- ¿Ves? Estás soñándo, soy tu sueño, tu cabeza y te digo que despiertes - me miró seria ésta vez.
- ¿Por qué tengo que despertar? - derrepente, cambié de actitud, sin darme apenas cuenta. - ¿Para qué?
- Porque no puedes perderte tu vida - me miró con determinación. - No otra vez.. - Y desapareció. Bueno, todo desapareció. Una pantalla negra nubló mi vista. Derrepente sentí una fuerza desde el pecho y entre sudores abrí los ojos. Estaba en la cama, acalorada, casi sin aliento, veía las sábanas y los rayos de sol, despierta... Sin perderme un minuto de mi vida.

sábado, 21 de agosto de 2010

Y siento una vez más esta presión en el pecho, este no sé qué que crea una rabia incontrolable y sólo liberable a través de unas pocas lágrimas, o muchas, supongo que depende del agua que me quede en el cuerpo, que ahora mismo, es mucha. Me giro y sólo veo el techo, tan blanco, tan fino. Quiero tocarlo y estiro los brazos, un casco cae en el colchón. Cierro los ojos, suspiro y vuelvo a colocarlo en su lugar, y entonces pienso que, de alguna forma, el mundo trata de desafiarnos, la vida o lo que sea, intenta ver cómo reaccionamos a cierta acción que, en ese momento, es molesta. Yo, que sólo quería imaginar que mis manos rozaban ese liso techo, sentirme libre de hacer cualquier cosa, aunque fuese imaginaria y entonces, ahí estaba, el casco que cayó, el pulso a mi reacción, a mí misma. Ésta vez no quise darle el gusto al destino, y simplemente volví las cosas a su lugar, pero alguna vez me ha pasado que el pulso era repetitivo, éste casco caía demasiadas veces y me cansaba y lo que es peor, dejaba el mp3. Me rendía. ¿Ante qué? Como diría cierta persona famosa en mi vida, se empieza por no hacer la cama y se acaba siendo asesino. Así que empezamos por dejarnos vencer ante ese pequeño pulso del rendirnos ante un casco constantemente insistente a volver al colchón -véte tu a saber si está más cómodo- y es entonces cuando tenemos que volverlo a colocar a su lugar o dejarlo donde está, difícil elección. Se cruzan intereses diferentes, elegir. Pues hoy, hoy voy a dejar el casco, hoy voy a dejar que descanse y me voy a leer.

viernes, 30 de julio de 2010


Sonreí. Sonreí mirandote de reojo, feliz. Pensé en muchas cosas, en ti, en mi, miré al mar. Suspiré y recorrí la piedra, con mis dedos, mis yemas, sitiéndo el calor en mi piel. Tropecé con tu mano, qué casualidad. Sonrojada, te miré, finjí.
- P-perdón - aparté la mano.
Sonreiste, sonreiste para mi, conmigo, porque yo dentro sonreía. Tu mano flotó, tu tenías otro estilo, flotabas en el aire, a cámara lenta, te gustaba hacerme esperar, pero llegaste. Cogiste mi mano, sin tropezar, sin dudar, sin timidez.
- No te perdono - tu sonrisa se relajó, y se quedó en un no sé que, que por cierto, era encantador.
Sonreí, miré a otro lado, haciéndome la avergonzada y pensando que, por fin, estabas ahí, conmigo, junto a mi. ¿Os ha pasado alguna vez, que el tiempo se para, y veis las cosas desde fuera, con toques de imaginación, con adornos, pensando que todo es en tercera persona, que... de la nada, sale una música que envuelve una escena, y tienes ganas de hacer cosas, cosas que no harías si en ese instante no ocurriese eso? Pues pasó. Sonó la música en mis oídos. Al principio suave, como un susurro que me pedía que me acercase, que te hablase, que te pidiese lo que más quería. Y fue subiendo el tono, cada vez se parecía más un grito, un grito desesperado, del corazón, del que sufre esta espera eterna, porque te encanta hacerme esperar.
- Hm... - miré al mar, sin saber cómo gritarte lo que la música me pedía.
- ¿Pasa algo? - me miraste con esa mirada inocente tan típica de ti, de chico bueno, de labios dulces, de ojos sinceros.
- N-n-nada, no pasa nada - sonreí sin ganas, no sabía cómo decirlo, así que no dije nada, pero sabía que había encendido aquella cadena de preguntas, que hasta que no te dijese qué pasaba no pararías, porque me leías, leías mis ojos y sabías que pensaba, pero querías que lo dijese, te encantaba que te dijese las cosas, aun sabiendolas a la perfección.
- Dímelo - seguiste con tu mirada fija y tu sonrisa, tu melosa sonrisa.
- N-no es nada - finjí, finjí mal, tu maldita mirada miraba dentro de mi, no podía finjir, veías mis mentiras.
- Venga, dímelo.. - ladeaste la cabeza, mostraste tu dulce, blanca y suave piel. Quería acariciarte, sentirte, besarte.
- No es nada, ¡de verdad! - la mentira se hacía más grande y evidente, negé con la cabeza para apoyarla, pero tu mirada la derrumbaba.
Te acercaste, sabías que me intimidabas, que destrozabas con tus ojos esa mentira. Y tu mano voló, tu otra mano, esa que estaba en el punto muerto de mi vista, voló y rozó mi cara. Punzaste mi corazón, iba a cien y mil por hora pero intenté calmarme. Se quedó ahí, parada en el tiempo, tu mano, junto a mi cara y dejando mi corazón casi en coma. Bajé la mirada, como si una bajada me diese fuerzas para remontar, respiré, respiré hondo y derrepente, sin que te diese tiempo a reaccionar, te besé.
Tus labios eran tan suaves, húmedos, tiernos. No quería parar, nunca. Me acerqué y mi mano, ésta vez mi mano, voló, y planeo sobre tu cuello hasta llegar a rozarlo, para entrelazar mis dedos con tu pelo. Te acercaste, tu mano voló hasta mi cintura, y así nos encadenamos. Nos unímos, nos besamos y no quise que acabara, no lo quise, ni lo quiero. No pares de besarme, por favor, susurró la música en mi oído, mientras mi corazón no dejaba de bombear gritos de emoción..

martes, 27 de julio de 2010

Creo que va en la adolescencia, eso de sentirse diferentes a los demás y luego darnos cuenta de que somos uno más. Somos un grupo de mases, grupos separados y esparcidos en el mundo para sentirnos diferentes, pero somos iguales, muy iguales. Cuando llega el momento en darnos cuenta de esto, nos sentimos mal, al menos la mayoría. Buscamos siempre un lugar donde ser aceptados tal cual somos (ideas que vienen de padres, madres, hermanos, amigos, sociedades y peliculas en general), aceptados como somos, diferentes y únicos, para un ápice que se nos regala de autoestima, por el camino lo perdemos consiguiendo ser aceptados, pero eso sí, perdiendo, si es que alguna vez la tuvimos, nuestra autenticidad y nuestra forma de ser diferentes. Porque cuando un niño se sintió diferente por leer cómics, había otro, a no sé cuantos kilómetros que se sentía igual, como aquel que era aclamado por meter un tanto en basquet, o el que llegaba segundo a la meta y era apoyado por sus compañeros, o al que pegaban. Ninguna de esas cosas te hace único o especial, sólo te marca. Te marca y te forja como persona, pero, ni así, somos diferentes. Ni especiales. Seguimos en una igualdad, que con la edad, incrementa y sólo se diferencia por el poder y el dinero, ¿Triste verdad?

Así es la realidad.

domingo, 27 de junio de 2010

A veces te hacen falta recuerdos más claros que lo que tienes en la cabeza para pensar con claridad lo que quieres hacer. Con esto quiero decir que hay situaciones muy parecidas entre pasado y futuro, y claro, cuando buscamos el siguiente paso a esta situación, necesitamos mirar atrás para sentirnos más seguros de lo que hacemos, de que está bien o de hacerlo mejor. En cosas como el amor, en las relaciones, podemos ver el cambio entre una pasada y una futura, pues cualquier relación - sea amistad, amor o familiar - nos da unas experiencias únicas y que nos aportan mucho en cuanto a nuestra forma de ser. Incluso cuando leemos sobre otras relaciones, aprendemos cosas que sí deberíamos hacer o cosas que no. Entonces, al leer un libro por ejemplo, aparece un chico completamente enamorado de una chica. A ella no nos la plantean desde el principio, sólo nos dan datos en conversaciones que mantienen entre los dos y vemos que es una persona bastante egoísta y utiliza una excusa, como que tiene miedo a las relaciones porque lo ha pasado muy mal para que él aguante y haga todo lo que ella quiere. Con el tiempo, a él se le caerá la venda y acabará descubriendo lo fría, calculadora y egoísta que ella es. Entedemos por tanto la moraleja de él y ella, así que intentamos que no nos pase pues hemos aprendido qué pasaría. Pero incluso una vez aprendida, sin haber caído en la piedra y sabiendo que la piedra está ahí, nosotros caemos. Caemos en cualquier de las dos conductas, nos volvemos vulnerables a un alguien que sólo nos utiliza y nos ponemos una venda que no nos deja ver la pura realidad, o quizá vemos a alguien vulnerable, y después de haber pasado por otra conducta en la que nos han hecho daño, decidimos utilizar a ese alguien para que haga todo lo deseado o quizá sólo queremos saber cómo se sentía el sujeto que nos utilizó en otra situación con conductas intercambiadas, quién sabe. La cosa es que por más que veas, leas, te cuenten, escuches, hables sobre relaciones humanas, nunca podrás aprender lo suficiente y aunque lo hayas aprendido, es muy posible que caigas en una piedra de las que has estudidado, supongo que el secreto está en la masa.